Lo que todo el mundo debería saber sobre el ciclo vital de una empresa
Por: Mónica Paérez Tascón
Cuando miramos al interior de una empresa estamos conectando con el sueño de quién en algún momento la fundó, con el emprendedor que tuvo una idea y alrededor de la misma surgieron productos y proyectos que en la mayoría de los casos están al servicio de la vida, es decir, que cumplen un propósito y ofrecen un bien común. Podemos ver adicionalmente a un grupo de personas que se organizaron alrededor de ese sueño y que se alinearon para ofrecer los productos o servicios a un mercado especifico.
Sin embargo, en muy pocas oportunidades miramos a la organización como un ser vivo y menos sus ciclos vitales, según Humberto Maturana y Francisco Varela: “Las organizaciones son seres vivos, por estar jerarquizados, autorregulados y ser autopoiéticos”, siendo esta última la capacidad que tiene el sistema (empresa) de reproducirse y mantenerse así mismo.
Siendo un ser vivo tiene unas etapas de desarrollo: la gestación, la salida a la luz, el crecimiento, la consolidación, y su muerte que puede generarse como el cierre o la transformación que puede ser una fusión o venta entre otras.
Pensar en terminar o cerrar supone reto y dificultad e incluyen el dolor y el silencio que se apoderan del momento presente. Se requiere de nosotros fortalezas en muchas ocasiones desconocidas y, a veces, el reconocimiento de estar ante el cierre de la organización. Este es un gran primer paso que da cabida a la aceptación permitiendo que se libere en nosotros la energía necesaria y ponerla al servicio de lo que el momento presente nos demanda.
Lo que estamos viviendo es una realidad que la mayoría de nosotros nunca había experimentado: la economía se suspendió, algunas empresas se vieron abocadas a hacer una pausa nunca antes vista y tratar de sobrevivir en medio de la incertidumbre y otras se vieron obligadas a cerrar.
Son muchas las personas afectadas, tanto empresarios como empleados y con procesos de cierre en muchos casos, no atendidos ni cuidados. Es claro que cuando hemos destinado nuestro tiempo, amor y dedicación a la organización nos volvemos la empresa y el sueño inmerso en ella; pensar en su cierre es algo que evitamos pues parece que va en contra de nosotros y de la vida misma.
Así las cosas, igual que se hacen acompañamientos para los procesos de incubación y gestación de las empresas, los procesos de cierre (muerte) también deben ser cuidados. Estos deben ser planificados con detalle para que las personas involucradas logren un buen cierre que lleve un potencial liberador que les permite a las personas avanzar y no quedarse “aferradas” a una realidad que ya no existe.
Aceptar lo inevitable: La clave para cuidar los cierres de las empresas.
Con la aceptación de la realidad actual viene la liberación:
- Reconocer que el momento que estamos viviendo no es bueno ni malo, simplemente ES.
- Reconocer la realidad actual de la empresa y su cierre.
- No negar lo evidente.
- Tomar las deci-acciones necesarias (decisiones con acción inmediata).
- Reconocer las emociones que se están experimentando con la situación.
La rabia, el miedo y el dolor, entre muchas otras, son las emociones que priman y que naturalmente deben aparecer. Permitirlas (reconocerlas y sentirlas en su máxima expresión) se va convertir en pieza clave para poder liberar la energía necesaria que requerimos para gestionar un buen cierre para la empresa.
Como ganar en esta experiencia
“Terminar algo significa dejarlo conscientemente sin saber lo que vendrá en su lugar. Y ese es el núcleo de la transformación.” (Stam, J.J. & Hoogenboom, Liderazgo Sistemico B. 2018).
Para convertir estos cierres en experiencias de profunda transformación personal y profesional debemos tener en cuenta que:
- Reconocer la experiencia como un aprendizaje y no como un fracaso: lo tomado de la empresa está al servicio del futuro venidero.
- Agradecer y honrar a todos quienes lo hicieron posible hasta este momento presente, reconocer su empeño y dedicación.
- Reconocer los logros de la organización durante su existencia, lo que sí se pudo tomar de ella y todas las personas que se beneficiaron.
Permitirse vivir la experiencia como un proceso de transformación, en aceptación profunda y dejarse sorprender por lo nuevo que emerge, va a ser definitivo para los nuevos comienzos y nuevos ciclos que la vida nos presenta.
Mónica Paérez T