El nuevo mapa del cosmos y la conciencia

Autor : Ervin Laszlo

Libro impreso ISBN: 9788499885773

El dos veces nominado para el premio Nobel, Ervin Laszlo, es una de las mayores autoridades mundiales en Teoría de Sistemas y Evolución General.

En su libro La naturaleza de la realidad, que resume el resultado de un trabajo de más de 50 años dedicado al estudio sobre el significado y propósito de la existencia, habla de un campo de información en el vacío cuántico que sería el origen tanto de las manifestaciones físicas como de las psíquicas, basado en las nuevas comprensiones hechas por la ciencia sobre la realidad, las cuales la llevan a dimensiones que van mucho más allá del mundo de los sentidos.

Stanislav Grove nos introduce a la temática del libro explicando como las experiencias llamadas transpersonales, se relacionan con una dimensión inmaterial diferente a la que comúnmente llamamos realidad, situada más allá del espacio-tiempo, en donde todo parece coexistir en el eterno ahora; Laszlo la define como la dimensión profunda, el dominio del cosmos más allá del espacio y el tiempo.

Así mismo habla de la conciencia no como un producto de los procesos neurológicos del cerebro, sino como una parte esencial e integrante de la existencia, que podría explicar muchas de las experiencias que se producen en situaciones cercanas a la muerte, durante el proceso del morir o tras la muerte biológica.

Desde su mirada Laszlo nos entrega un   nuevo paradigma del mundo viéndolo como un sistema integrado cuántico, en el que sus elementos están entrelazados  e interaccionando  como constituyentes  intrínsecos de una gran totalidad, sistema en el cual la realidad fundamental no es la materia sino la energía, y en el que  las leyes que rigen a la  naturaleza son  instrucciones o patrones  para esa energía  que se presenta,  fundamentalmente, en forma de ondas que al interferir unas con otras forman la  materia.

La calidad de la coordinación de los patrones de ondas que interfieren, muestra que este efecto no se produce al azar, sino que está ordenado por un factor que identifica como una inteligencia cósmica subyacente; este concepto es un principio conocido milenariamente en los sistemas religiosos y espirituales.

Los tipos de interferencia de ondas aparecen físicamente como objetos reales y como fenómenos de la mente o la conciencia, que son entidades diferentes pero no separadas, emergiendo  entonces como la realidad básica la inteligencia que los coordina.

El vacío cuántico es la dimensión profunda del cosmos, el campo de punto cero o el orden implicado, es la fuente de la información. Esa dimensión profunda interactúa con la dimensión observable y medible del mundo físico, proporcionando la información que define los fenómenos en el espacio-tiempo, de modo que a la vez que crea las entidades manifestadas, crea el propio espacio-tiempo.

El autor aborda, como una hipótesis viable que supera el materialismo anticuado y el realismo local del paradigma clásico, la idea de que la dimensión profunda sería un holograma y que las cosas que observamos en el espacio y el tiempo serían su proyección, para explicar el carácter entrelazado, no local, de los fenómenos físicos y de los fenómenos tipo mente en el universo.

Con la mirada anterior como base, el libro nos introduce en una comprensión más amplia de la conciencia.

Partiendo del hecho de que se creía que la conciencia se interrumpía cuando dejaba de funcionar el cerebro, surge esta nueva visión desde la cual parece que, en ocasiones, la conciencia está presente en ausencia de un cerebro vivo, por ejemplo, en la experiencia de personas que estuvieron en el umbral de la muerte y regresaron, de maestros espirituales, de personas ordinarias que entraron en meditación, oración, y otros estados no habituales de conciencia.

Siendo la conciencia parte del cosmos, si sigo siendo consciente más allá del cerebro, entonces sigo existiendo más allá del cuerpo.

Las tradiciones sapienciales son unánimes al afirmar que la mente sobrevive al cuerpo. Más allá de la mente y el cuerpo, hay un alma o espíritu que sigue existiendo, aunque no exista en el mismo plano que el cuerpo. Los planos de existencia no están limitados al físico, donde la conciencia está asociada al cuerpo. Hay también planos trascendentes en los que el alma o espíritu sigue existiendo más allá del espacio y tiempo en un viaje que empieza en el momento de la muerte.

Cuando el cuerpo del individuo muere, no deja de existir, sino que cambia el modo de vibración; nacimiento y muerte no son pues puntos de inicio y fin, sino que son fases de transición dentro de la existencia. Esta idea de ámbitos alternativos de realidad es tan vieja como la humanidad misma.

La alineación con el concepto de realidad del nuevo paradigma surge  naturalmente  en personas que viven en armonía con las dimensiones físicas de la naturaleza y que son conscientes de ser parte de un delicado equilibrio social y ecológico, llevándolas a una forma unificada de pensar y actuar, armónica, equilibrada y no violenta que representa la revolución cultural más importante de nuestro tiempo y  de la cual podemos  esperar que surja  una radical transformación de nuestra forma de vivir y de entender el mundo.

La conciencia que impregna, informa y organiza toda la existencia es la guía del proceso evolutivo, que tiene que ver no sólo con el funcionamiento de los seres vivos, sino también con su sorprendente desarrollo hacia niveles superiores de complejidad, organización, percepción y entendimiento.

La dimensión física necesita conciencia e información para organizarse y evolucionar y la dimensión de la conciencia necesita el desafío y el desorden de la realidad física para desarrollarse y comprenderse a sí misma.

El propósito de nuestra existencia sería permitir y promover la evolución de la conciencia intrínseca del cosmos a través de la evolución de nuestra propia conciencia. Hacerlo proporciona las condiciones óptimas para embarcarse en el trascendente viaje de nuestra conciencia después de la muerte.

En resumen, en este libro Laszlo une ciencia, filosofía y metafísica, para mostrar que todos somos parte de un ciclo infinito de existencia que se despliega en el espacio-tiempo y más allá.

El texto viene acompañado de aportes realizados por pensadores de la talla de Stanley Krippner, Tulku Thondup, Kingsley Dennis, Gary Zukav o Jean Houston, así como con un prólogo de Deepak Chopra y una introducción de Stanislav Grof.