El Momento de Soltar el Control y Abrazar la Vida
Escrito por : Luz Estela Álvarez Osorio

Suena música decembrina, la mesa se encuentra rebosante de comida y la casa llena de familiares y allegados para compartir los últimos momentos del año que nos deja. Alistamos la maleta para dar la vuelta a la manzana y augurar nuevas aventuras, el racimo de uvas se encuentra dispuesto para pedir los 12 deseos del año y las lentejas en el bolsillo del pantalón atraerán dinero y abundancia para el nuevo inicio. Con el sonar de las campanas a media noche depositamos, como en una urna, cada uno de los propósitos que tenemos, y agradecemos por el aquí y el ahora para permitir que el universo se abra ante un nuevo mundo de posibilidades.

Este año que nos deja estuvo colmado de grandes desafíos y altibajos; lo que en un comienzo se creyó sería una situación sin mayor relevancia, se convirtió en un problema sin límites ni fronteras. Es muy posible que casi nada sea como antes, porque sin duda, nos encontramos ante un punto de inflexión desde toda perspectiva social, política, sanitaria, económica y cultural; y aunque la tormenta aún no haya pasado, la vivencia de esta crisis puede ayudarnos a cambiar nuestra perspectiva ante ciertas situaciones de gran importancia. 

Todos y cada uno de los propósitos, en su gran mayoría materiales, con los cuales iniciamos este año, fueron de alguna manera alterados y relegados por situaciones tan simples como ver sonreír a nuestros familiares, tomar un poco de sol al aire libre e incluso respirar con la paz y tranquilidad que nos permitía la naturaleza antes del inicio de la pandemia. Nos encontrábamos tan acostumbrados a lo subjetivo de la vida que se nos olvidó disfrutar de lo simple y la capacidad de asombro que desde nuestra infancia hemos ido perdiendo. 

La ansiedad, impotencia, soledad y angustia ante lo desconocido, hizo que miles de emociones se desbordaran y entendiéramos que más allá de lo que creemos, el control de nuestra vida no depende netamente de nuestros propósitos y acciones para conseguirlos, sino que existen fuerzas más poderosas como el asentimiento propuesto por Bert Hellinger que nos conecta con la vida.

Todo ciclo caducado nos lleva al crecimiento desde la compasión y el amor. Al asentir confiamos en que la vida es cambio, confiamos en que todo está en constante transformación con el propósito de aprender y de fluir creando nuevas posibilidades; es por eso que, para aprender a abrazar la vida, necesitamos aprender asentir la vida como es y vivir cada momento como llega. 

Asentir es agradecer y respetar a cada uno y a cada cosa por existir tal y como es, tal como ha sido pensada y creada dentro del destino. Estar en sintonía con la vida crea paz y armonía internas, vivimos con creatividad y levedad, nuestra capacidad de adaptación se multiplica, el drama desaparece de nuestras vidas, somos uno con todo y cualquier tensión se vive como la oportunidad de soltar algo pasado.

Nos entregamos al baile del universo, bailamos con él y él baila con nosotros, dejamos que algo más grande nos guíe y nos marque el ritmo. Podemos observar que cada rendición es seguida de un regalo del universo.

Asentir, abrazar o rendirse es la vía que conduce a saltos cuánticos.

La rendición al destino es la clave, al rendirnos nos dejamos guiar por las fuerzas del amor y nuestras vidas se orientan hacia la plenitud al servicio del todo, darnos cuenta y aprender a reconocer lo que existe nos lleva a ir aceptando lo que vamos descubriendo.