El sentido de la muerte 
Por: Carmen Cecilia Vargas

Hoy la ciencia nos da la oportunidad de mirar hacia la muerte de la misma manera como miramos cualquier otro acontecimiento de la existencia. La ciencia  está ampliando los  límites del conocimiento para que tengamos acceso a más realidad y podamos comprender cómo se da la interacción entre la mente y la realidad. 

Si nos disponemos abierta y confiadamente a esta comprensión, vamos a encontrar respuestas a las experiencias y acontecimientos que se producen en situaciones cercanas a la muerte, durante el proceso del morir y después de la muerte biológica. 

Normalmente se define la muerte como el término de la vida debido a la imposibilidad del organismo para continuar con el proceso homeostático, que es la capacidad de los organismos vivos para mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno.

Nuestra existencia está constituida por campos físicos y campos no físicos. Los físicos se refieren específicamente al cuerpo y los no físicos a la mente y el espíritu. 

Cuando morimos y dejamos el cuerpo, este  queda sometido  a la ley de la física que dice: “La materia no se crea ni se destruye sino  que  se transforma”…

En cuanto a los campos no físicos,  el mental inicia un camino energético por diferentes estadios, a través de los cuales va cambiando su  energía que  va siendo más cercana a la vibración fundamental de la conciencia.

La persona no tiene necesariamente que haber sido declarada muerta para que el camino energético se inicie. Es posible que hayan tenido la oportunidad de presenciar episodios en los que la persona que está muriendo se percibe como ausente, estado que algunos describen diciendo que el moribundo “está más allá que acá“, o que “va y viene”. Y existen otras maneras, en las que conscientemente podemos tener la experiencia de no ser un cuerpo, que no necesariamente tienen que ver con la muerte como tal.

El recorrido energético empieza con las energías de baja o de alta frecuencia de las creencias que predominaron y determinaron  la vida terrenal, pues las experiencias que se han tenido durante la vida y la manera como las hemos vivido, definen la calidad del camino energético que se hace al dejar el cuerpo.

¿Cómo sucede esto? 

Con nuestro cuerpo tenemos experiencias que, vividas desde las creencias, nos generan sufrimiento pero vividas desde la verdad, nos proporcionan estados expandidos de conciencia que en el momento de dejar nuestro cuerpo determinan la calidad de la energía que nos acompaña. 

Por eso es que debemos saber vivir para saber morir, alimentando nuestra mente con información de alta energía que es la que hace que no opongamos resistencia a la realidad, pues de lo contrario, esa oposición y esa resistencia consumen nuestra energía vital y hacen que vivamos con miedo, manifestando  bloqueos en las relaciones, la abundancia y la prosperidad, la salud, el trabajo etc. 

El miedo y los bloqueos no nos permiten reconocer que la vida es una sola, y que la muerte del cuerpo,  es tan solo  un aspecto de esa vida. Cuando hablamos de vida y muerte, estamos hablando de dos caras de la misma moneda. Morir no significa dejar de vivir, la muerte realmente no existe y con nuestro cuerpo o sin él la vida es una,  continua y eterna.